Conquista musulmana
Años 711-870
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Conquista musulmana

  A raíz de la batalla del Guadalete en el 711 se inicia la ocupación musulmana. Por la zona del valle del Henares se suceden las incursiones musulmanas para acceder al valle del Duero y del Ebro siguiendo las calzadas romanas de la zona y los pasos fluviales hacia la meseta norte. En concreto hay dos expediciones en este periodo: la de Tariq Ibn Ziyad en el 713 hacia Tarragona pasando por Medinaceli, Calatayud y Zaragoza y la de Musa Ibn Nusayr en el 713-714 con destino Medinaceli, Calatayud, Zaragoza, León, Astorga…

  Algunas zonas fueron conquistadas manu militari pero otras lo fueron mediante pactos, Pedro Chalmeta (2003) piensa que todo el valle del Henares debió pactar con los musulmanes, no solo cabezas de diócesis visigodas tales como Complutum (Alcalá de Henares) y Segontia (Sigüenza), si no también las zonas rurales adyacentes. Estos pactos consistían en el respeto de los musulmanes al culto y a las propiedades de los cristianos (dimmies) a cambio de un tributo personal (foedus sarraceni). Las antiguas élites locales y grupos bereberes recién llegados (los Hawara, los Madyuna, los Banu Salim…) intermediarán en el cobro de ese impuesto y con el paso del tiempo se lo quedarán constituyéndose en territorios semiindependientes de Córdoba.

 

Las marcas

   Los musulmanes no se asentaron al norte del Sistema Central, constituyéndose nuestra zona en una frontera entre cristianos y musulmanes desde la segunda mitad del siglo VIII, poco después de la invasión hasta tres siglos después, los escritos de los geógrafos árabes tales como Il-Idrisi y Al-Razi así lo atestiguan. Como consecuencia de ello los andalusíes para protección de sus fronteras establecen una división entre coras (en árabe kuwar) más interiores y tranquilas y tres marcas (thugur en árabe) o fronteras, todas ellas con muy escasa población, con el fin de su defensa: la marca inferior con capital en Mérida, la central al principio con capital en Toledo y por último en Medinaceli y la superior con capital en Zaragoza, todas ellas unidas por la vía Augusta, antigua calzada romana de Emérita Augusta a Caesaraugusta.

  De todas ellas la marca central fue la que sufrió los mayores embates cristianos durante su existencia. Esta marca central estaba subdividida en tres subsectores que vendrían a coincidir más o menos con las actuales provincias de Toledo, Madrid y Guadalajara. En esta última «submarca» destacarían Alcalá, Talamanca, Hita, Sigüenza, Medinaceli, Atienza, Castejón…englobándose nuestro castillo en la misma. Herrera Casado distingue entre: a) ciudades fortificadas (qa´la) tales como Alcalá de Henares y Guadalajara: b) castillos y fortalezas (hisn) en puntos elevados y poco accesibles que permitirían la visualización y el control de amplios territorios (Hita, Jadraque, Atienza) y por último c) torres de vigilancia (sajra) con escasa guarnición.

  Los distintos gobernadores de Al-Andalus fortificaron los distintos puntos de esta marca pero fue fundamental la labor realizada por Abderramán III que convirtió esta zona en un punto ofensivo del que partirán distintas razzias o aceifas hacia territorio cristiano. Hacia 920 fortificó núcleos dispersos (Herrera Casado) y en 929 se encargó personalmente de buscar gobernadores capaces para plazas tales como Talamanca, Madrid, Guadalajara, Atienza y en 946 dispone la reconstrucción y refortificación de Medinaceli, zona relativamente cercana a Riba de Santiuste. Este siglo X constituye el período culminante de la hegemonía de esta marca como «trampolín» ofensivo hacia territorio cristiano. Alrededor de nuestro castillo hay abundancia de material cerámico de esta época, por lo tanto hay que suponer que fue en este período cuando se levantó de nuevo o se reconstruyó sobre una antigua fortificación; bien pudo ser una torre de vigilancia con un pequeño recinto para el ganado sobre el valle del Salado o una fortaleza de mayor entidad.

Diversas vestimentas y tipos de esta época:

1. Infante andaluz del siglo X,

2. Jinete andaluz, siglo XI

3. Jinete ligero bereber, siglo X;

4. Arquero de infantería andaluz siglo XI.

Tomado de: «Conquista y Reconquista» Ejércitos y Batallas nº 58 editorial Del Prado-Osprey.

La importancia de esta época para nuestro castillo

  Diversos autores afirman que fue esta época la determinante para la configuración de nuestra fortaleza. Nuria Morere: «Por lo tanto, la construcción del castillo fue obra de la población musulmana, asentada en estas tierras desde la Alta Edad Media» , a esta conclusión llega tras concluir que las piezas cerámicas encontradas más abundantes son las musulmanas de los siglos IX y X.

  Pavón Maldonado estima que «Mencionado el lugar con motivo de la incursión de Fernando I, cuando esta tierra estaba en poder del Islam, en principio hay que suponer que las cepas de su castillo roquero, reformado por los cristianos tras su conquista fueran árabes…En la cima de esas rocas de perfil rasgado se erigió el castillo o hisn árabe…el recinto central sería el castillo propiamente árabe, el que tendría en la parte posterior una especie de albacar» (pags. 70-73)

  Pavón también nos aclara que hay abundancia de restos cerámicos de los siglos IX, X y XI, de este último siglo incluso dentro del castillo. En una nota a pie nos aclara que el anterior inquilino de la fortaleza Tony Chao, encontró restos preislámicos e islámicos en excavaciones en el interior de la fortaleza. En las laderas del castillo se encuentran abundancia de restos islámicos: barros bizcochados islámicos con o sin pintura roja o marrón, fragmentos vidriados por ambas caras verdes y melados, dibujos en verde y manganeso..»Como es frecuente en otros castillos árabes de la provincia, abundan los fragmentos melados por ambas caras y dibujos de manganeso en el reverso, muy típicos en toda la Guadalajara Islámica (pag. 73)»

  Layna Serrano afirma su existencia durante la dominación árabe y dice que la razón de su ser es la necesidad de fortificación de los pasos fluviales que descienden de la cordillera carpetovetónica ya que durante mucho tiempo esta zona fue fronteriza entre los estados cristianos y los musulmanes y que vendría a ser una réplica de la línea de fortalezas establecidas por los cristianos a lo largo del Duero en la falda norte de la cordillera.

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Hace ya algún tiempo, apareció en la ladera de subida al castillo esta lámpara que Marcos Nieto considera como árabe. Hoy en día es propiedad privada.
Pieza de bronce terminada en protuberancia oval y con el mando decorado con incisiones que podría relacionarse con utensilios medicinales. Encontrada en la ladera del castillo.

El origen del nombre del castillo

  En cuanto al origen del nombre de castillo de Santiuste, Pavón comenta la hipótesis de que los musulmanes respetaran el nombre de un poblamiento en altura situado en las faldas inmediatas al castillo de origen hispanovisigodo y de nombre Santiuste (Riba Superior según Marcos Nieto), tal como aparece en diversos documentos de la Edad Media y totalmente diferente del actual pueblo de la Riba de Santiuste (Riba Inferior según Marcos Nieto), también citado en las fuentes como Rippa Sanct Iust, en principio más posterior. Este antiguo Santiuste no habría que confundirlo con el pueblo del mismo nombre situado cerca de Rebollosa de Jadraque. Todo ello lo avala la existencia en esta falda de algunos restos cerámicos celtibéricos, sigillata romana y numerosos fragmentos de cerámica musulmanas, además, «este cerro manifiesta un sistema de poblamiento rupestre a juzgar por la gran cantidad de mechinales, cisternas, lagares…que se pueden ver en el cerro. Son los restos del despoblado de Santiuste, que rodeaba el castillo.» (Enrique Daza Pardo, «los castillos olvidados» A.E.A.C. nº 148). Daza considera que la situación de este sitio era parecida a la de la cercana Atienza, donde los hispanovisigodos conservando sus costumbres, continuarían viviendo en los mismos sitios, un hábitat fortificado en altura, vigilados y amparados por un destacamento musulmán ubicado en el castillo. Ese despoblado de Santiuste podría ser el resultado o bien como parece ser (por la cerámica) de un asentamiento continuado desde época celtibérica (un castro en altura), romana y visigoda o bien un nuevo asentamiento producido por la inestabilidad ocasionada por el derrumbe del Imperio Romano Occidental y de las Invasiones Bárbaras en un proceso que estudiosos italianos han denominado «encastillamiento», nuevos asentamientos surgidos en altura en la cima de cerros bajo la protección de una fortificación nueva y despoblamiento de los situados en valles y en zonas llanas y bajas debido a las continuas guerras y epidemias de la época. Ejemplo de estos nuevos asentamientos son : Alcalá de Henares, Guadalajara, Sigüenza, Jadraque, Hita, Medinaceli…

  Para avalar este «respeto» de los musulmanes al antiguo nombre del poblado hispanovisigodo, Pavón Maldonado nos pone un símil conocido en Jaén: en el siglo X existía un «hisn Sant Yusth» o castillo de San Justo, es decir, hay casos conocidos en los cuales los musulmanes siguieron utilizando y respetaron un topónimo cristiano anterior que coincidiría con el nombre de la fortaleza. El término Santiuste sería una contracción de Sanct Iusti/Yusti/Yuste, San Justo y se referiría a pesar de la multitud de santos con dicho nombre al niño mártir Justo que según la tradición fue martirizado junto con Pastor en Alcalá de Henares en el siglo IV después de Cristo. Hay varios motivos para pensar en ello: la proximidad geográfica con Alcalá, a su popularidad por su inclusión en el ritual mozárabe, diversos documentos seguntinos donde se le denomina «Sanctiuste«, patronazgo en algunas aldeas dependientes de la Riba…

  Marcos Nieto en «histgüeb.net» piensa que el lugar donde estaría situado este antiguo asentamiento más que en la ladera este del castillo tal como estima Pavón, estaría en la oeste por la mayor densidad de restos cerámicos y de todo tipo, entre ellos un caldero de bronce hallado en los años 40 por un labrador cuando araba y que posteriormente fue vendido a un chatarrero, un utensilio de bronce de uso médico encontrado por Marcos Nieto y entregado al Museo de Guadalajara e incluso un candil árabe intacto, hoy en manos privadas. Después hay una opción señalada por Gonzalo Martínez en «Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana» en donde señala Santiuste como un despoblado situado en el término de Riba de Santiuste, 1000 m al N/NO, en la vertiente norte del castillo, a unos 300 m de la cumbre. Mapa 1/50.000, hoja 434: latitud, 41º 12´o3´´; longitud 0º 58´30´´ y que no sé si concordaría con ese asentamiento que señala Marcos Nieto o con otro situado al otro lado del río Salado y que Gonzalo Martínez sitúa en el mapa de la página 287 de su libro (ver subpágina siguiente). Yo personalmente comparto mas la hipótesis de Pavón debido a la orografía más escarpada de la parte oeste y a que normalmente casi todos los asentamientos humanos de la zona por la climatología extremada, se orientan al este buscando la luz y el calor.  

En esta fotografía podemos destacar según Marcos Nieto en Hispagüeb.net:

A. Habitats diversos: rupestre celtibérico, visigodo, islámico primitivo (zona norte y oeste, hipótesis de Marcos Nieto)

B. Cerro del Castillejo (¿Riba Alta?)

C. La villa actual de la Riba

D. Antiguo lugar de asentamiento de Santiuste, según Pavón Maldonado (añadido posterior mío a la fotografía de Histgueb.net).

El alto del Castillejo y el castillo de la Riba

  Otra posible situación señalada por Marcos Nieto para el antiguo poblado de Santiuste es en el cerro de enfrente del castillo o cerro del Castillejo (letra b del plano de arriba). En la parte alta del actual pueblo de la Riba de Santiuste hay un cerro amesetado conocido como «El Alto» o «El Castillejo», en el que hay restos de una fortificación de forma casi circular adaptado a la topografía de la zona y sus únicos restos son los de un torreón en el extremo sureste y mechinales (agujeros para vigas) en la roca en la zona norte. La cuestión es saber en qué época se construyó. Guillermo García-Contreras en sus múltiples obras sobre la zona, nos comenta que los escasos fragmentos cerámicos recogidos apuntan a fechas altomedievales (emirales o califales), según Daza de los siglos IX-XI. Esta datación no está del todo clara, ya que en el lado suroeste de dicha fortificación y muy cercanos a ella, se encuentran 11 sepulcros antropomorfos tallados en la roca datables entre los siglos XI y XIII y de tipología cristiana. Por otro lado, el mortero de la construcción del torreón es rosáceo, muy similar al que se usa en la parte más antigua del castillo de la Riba: la parte baja del torreón cuadrangular embutido en el más moderno pentagonal.

  La duda que tenemos entonces es explicarnos la existencia de estas dos fortificaciones tan próximas. García-Contreras formula dos hipótesis: o bien cada fortificación es de una época diferente o bien las dos fortificaciones coexistieron en la época emiral y califal. ¿Por qué esta última hipótesis? Por que cada una formaba parte del asiento de dos grupos poblacionales distintos: la del Castillejo, de una población indígena mozárabe cristiana y la de la Riba de un grupo arabobéreber predominante debido a la envergadura de las construcciones, a su mención en las fuentes escritas y también debido al mayor hallazgo de cerámica en los alrededores (no sólo era el castillo mismo, si no asentamientos ligados al mismo en los alrededores, ya sea al norte -zona A- o al este -zona D-). Uno vigilaría al otro. El Castillejo podría ser, incluso, anterior a la presencia musulmana en la zona y frente a este grupo poblacional, en la otra montaña, se erigiría el castillo de la Riba para controlar a la población cristiana, la frontera, las vías de comunicación o incluso la producción salinera de la zona. La respuesta a dicho enigma sólo se puede solucionar con unas mayores prospecciones arqueológicas de la zona.

  Fotografía con el Cerro del Castillejo en primer plano y detrás el castillo de la Riba. Obsérvese del primero la considerable superficie ocupada por los restos en la cima y la terraza inmediatamente inferior con restos de muros.

  Vista del castillo desde el sur, podemos apreciar una amplia superficie llana alrededor del castillo en la zona sur y la este en donde podría haber existido ese antiguo poblado denominado Santiuste, diferente u origen del actual pueblo de Riba de Santiuste.

La importancia del castillo de La Riba en el poblamiento de la zona

  Guillermo García-Contreras es, hasta la fecha, el autor que más ha estudiado la organización territorial y el poblamiento de la zona en esta época. En su tésis doctoral y numerosos artículos ha tratado (con otros autores) de rebatir la tésis expuesta por otros (entre ellos Layna, Herrera Casado…) de que esta zona constituía un desierto poblacional, un lugar inhóspito y fronterizo sin casi pobladores  y con una sobredimensión del papel de frontera resaltando el papel defensivo de todos los asentamientos. Para ello ha investigado tanto documentalmente como in situ toda la zona y ha encontrado evidencias, fundamentalmente cerámicas, de un gran número de asentamientos en época emiral y califal.

  Opina que esa invisibilidad documental en este período se puede explicar por la ausencia de una autoridad centralizada que dominase el territorio. Recordemos que esta zona hasta avanzado el califato, pertenecía a la esfera de influencia de la familia beréber de los Banu Salim. A ello añadir, la posible persistencia de gran parte de la población de religión cristiana, de ahí el doble poblamiento en el castillo de la Riba y el Castillejo.

  Si analizamos el poblamiento del señorío episcopal de Sigüenza desde su inicio en el siglo XI, observamos como hay dos territorios diferenciados entre sí, ambos con sus centros de importancia y sus aldeas «satélites». Observamos el territorio propiamente del municipio de Sigüenza y también observamos el territorio de Riba de Santiuste y sus alquerías, aldeas y asentamientos rupestres dependientes de ella. Esta configuración del poblamiento de la zona no vendría dado «ex novo» a raíz de la conquista cristiana, ya que arqueológicamente se ha constatado que hay pocos centros de nueva creación, si no que vendría heredado de la época musulmana. Por lo tanto habría que destacar la gran importancia que nuestro castillo tendría en esa época, con bastantes aldeas dependiendo de La Riba, pero sin llegar a tener la importancia que alcanzaron centros como Atienza y Medinaceli. Se han detectado gran cantidad de poblados en media ladera próximos a manantiales de agua dulce y también próximos a zonas de surgencias salinas y que aparecen en torno a mediados del siglo IX, según la cerámica recogida. A falta de estudios arqueológicos más precisos, habría que investigar la relación que habría entre todos estos asentamientos y el surgimiento de las numerosas explotaciones salineras que jalonan  esta zona del  Alto Henares y propiamente del Río Salado y el llamado «Val de la Riba» o «Valle de la Riba».

  El estudio de todos estos asentamientos muestra una proliferación de pequeños asentamientos situados en el llano y en cuevas y también y en mayor número en la media ladera de sierras y colinas, en casi todos los casos próximos a recursos salinos, aunque no hay datos certeros acerca de la explotación de los mismos en esta época. Después hay también un gran número de asentamientos en altura (como el castillo de la Riba), castillos de nueva fundación y algunos castros prehistóricos reutilizados ahora (Alto del Castro en Riosalido, cerro Padrastro en Atienza, Villavieja en Sigüenza…) y que parece que están más en relación con las vías de comunicación que con la explotación del medio.

  En toda esta zona se encuentran multitud de fortificaciones cuadrangulares, sobre todo situadas en media ladera y con la particularidad del escaso nivel de visualización entre ellas, incluso hay algunas situadas en el llano.  Según Ernesto García-Soto, en un primer momento estimó que su finalidad sería fiscal, al estar situadas cerca de los caminos y con la finalidad de evitar el contrabando y dar seguridad al comerciante.  También serviría para afianzar el poder central del califato frente a la población autóctona mozárabe e incluso bereber. En definitiva con una finalidad de control interno del territorio. Incluiría en esta tipología las existentes en la Riba de Santiuste enmasacaradas en paramentos mas modernos. En un momento posterior Ernesto también añadiría como finalidad de las mismas el control de las incursiones cristianas norteñas sobre la zona. También podrían haber tenido un objetivo de almacenamiento del excedente agrario y protección del ganado y bienes y vidas de los habitantes de la zona frente a dichas razzias, tal como comentan las crónicas del ataque de Fernando I en 1060 sobre la zona, en la que se habla de que se encontró con numerosas torres propias de las «barbáricas costumbres» de los habitantes de la zona y que servían para la defensa de los bueyes que araban la tierra de la comarca. Según esta última versión surgirían por iniciativa de dichas aldeas, ya no estatal y para la protección de las mismas frente a todo tipo de posibles amenazas, ya exteriores como los reinos cristianos del norte, ya interiores frente a soldados de fortuna (El Cid, por ejemplo), beréberes rebeldes, tropas omeyas, revueltas…Hay autores que también piensan que forman parte de una política repobladora de la zona fomentada por Abdelraman III y su consolidación de la frontera.

   Por otro lado también habría otro tipo de fortificación, atalayas circulares, situadas a gran altura con la finalidad de controlar los pasos principales del territorio y los caminos. 

Almanzor y el final del califato

  Posteriormente como gobernador de esta marca se nombrará al general Galib-al-Nasir, caíd de Medinaceli, sucediéndole el eslavo Cand y en los últimos años del siglo X Wadih. El gran caudillo musulmán Muhammad Ibn-Abi-Amir (Almanzor) tras derrotar en la batalla de Torre Vicente (cerca de Atienza) y asesinar a su suegro Galib, utilizará toda esta zona como punto de partida de sus numerosas campañas militares contra los cristianos, de hecho,  moriría en una de estas en Medinaceli. Conquistada Atienza por el conde castellano Garci Fernández, no sabemos si queda bajo poder castellano o de un walí rebelde. En todo caso, Almanzor la reconquista y destruye en febrero de 989, en pleno invierno, conquistando también Osma y Berlanga. En 994 y 995 hay nuevos combates contra el conde de Castilla en la zona entre el Duero y Medinaceli.

  Cuando Almanzor emprende la reconstrucción de una serie de fortificaciones en 997, Atienza es una de las plazas cuya fortificación se ordena. ¿El castillo de la Riba entraría dentro de esa campaña de reconstrucción de puntos fuertes fronterizos? La proximidad a Atienza y su situación estratégica pienso que así lo afirmaría. Almanzor asimismo organiza una línea avanzada en Almazán, Calatañazor, Soria y Agreda. En retaguardia quedan las fortalezas de Medinaceli y Atienza, mantenidas por él como las más importantes de la Marca Media

"Atlas de Historia de España" Fernando García de Cortázar. Pag. 153

 A la caída del califato omeya y la constitución de los distintos reinos de taifas, Wadih se independiza de Córdoba en 1009. Posteriormente la familia Beni-dil-Nun en 1011 se hace con el control de toda la zona al morir Wadih y en 1018 se proclama Toledo como capital de un reino independiente que abarcaría toda esta antigua Marca Media y su hijo Yayha-al-Mamún (1043-1076) llevará toda la zona a su máximo esplendor a pesar de las continuas razzias cristianas e incluso musulmanas ya que en el año 1043 los Beni Hud de Zaragoza bajando por el Henares llegaron a conquistar Guadalajara aunque posteriormente fueron expulsados.