Experiencias personales
En el castillo
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  Ya hemos visto como hay varias personas que han sentido y percibido algo diferente de lo normal durante su estancia en este castillo, ya unos han tenido una especie de «comunicación» con algo invisible, otros han oído un gran estrépito de pisadas y de gente como bajando unas escaleras cuando no había nadie, otros han visto «fuegos fatuos», también otros han visto la figura de la dama blanca paseando por las almenas…Ahora os voy a referir mis vivencias al respecto:

 Yo había oido hablar a algunas personas (entre ellos mi tío) de manera sarcástica refiriéndose al fantasma del castillo de la Riba por la cercanía de este pueblo con la aldea, hoy casi despoblada, donde nació mi madre, el cercano pueblo de Bujalcayado; pero no le había dado importancia ya que entre otras cosas nunca había ido a la Riba y era bastante excéptico con respecto a estas «cosas».

  Durante mis estudios en la universidad conocimos al sobrino del dueño del castillo, el cual estaba estudiando con nosotros y planificamos una salida en plan «camping» alojándonos en el castillo de la Riba; corría el año 1992, en concreto el mes de enero. Esa fue la primera vez que acudimos al castillo, no fue la última, pero seguramente fue la que más recordamos por todo lo que nos aconteció en ese fin de semana. La salida consistió en ir en tren hasta la estación de Sigüenza desde Madrid, desde allí recorrer a pie todos los kilómetros que había hasta el pueblo de la Riba, llegar hasta el bar del pueblo (que hoy ya no existe) y pedir la llave del candado que cerraba la cadena por aquellas fechas al dueño del bar, pasar el fin de semana allí y volvernos de la misma manera a Madrid. Ibamos unas 7 u 8 personas.

  La caminata desde Sigüenza hasta la Riba cargados con las mochilas fue brutal, llegamos ateridos de frío y cansados y subimos al castillo tras pedir la llave al dueño del bar e identificarnos ante él. Esa misma noche llegaría el novio de una de las chicas que iban con nosotros, y al día siguiente (en coche) varios amigos más. Tras tomar un refrigerio como cena y encender una hoguera en el salón de arriba del «pasillo de las apariciones», nos dispusimos a dormir todo el grupo en una sala que hay contigua a ese pasillo, en la planta baja y enfrente del aljibe del pasillo, no en la habitación que tiene la especie de bañera que Iker y sus compañeros nos dicen que fue donde se produjo el parricidio de «Manuela». La noche fue «toledana», hacía un frío impresionante, de hecho en esos días (cerca del 18, 19 de enero de 1992) hubo una ola de frío por toda la Península. Tanto frío hizo que a una chica que iba con nosotros se le heló el líquido para las lentillas que había dejado en una repisa, a otra un brik de leche se le quedó como piedra…A eso se añade que los aislantes que pusimos en línea no evitaban que se nos clavaran en la espalda las piedras del suelo, el resultado fue que a varios de nosotros nos costó conciliar el sueño.

El "pasillo de las apariciones" visto desde la salida al patio trasero, en primer plano el aljibe y a la izquierda la habitación en donde dormirmos la primera noche

  Cerca del amanecer (siete u ocho de la mañana), en un estado de duermevela comienzo a oir ruidos procedentes del pasillo, me voy despertando poco a poco y en principio me parecen ruidos naturales y pienso que puede ser el sobrino del dueño que ya se haya levantado y esté haciendo cosas, ya que normalmente suele levantarse muy temprano, pero aguzando el oido empiezo a oir una especie de lamento, un sollozo, un ulular de una mujer joven, de una chica, de manera muy, muy clara al otro lado del muro. Dicho lamento se entrecortaba y parecía aumentar según se acercaba por el pasillo hacia el lugar por donde nosotros estábamos, después de pasar éste punto disminuyó perdiéndose ya no sé si al final o al principio del pasillo; era algo o alguien que sollozaba en movimiento y se distinguía muy, muy claramente al otro lado del muro. Me quedé estupefacto ya que erguí la cabeza para ver si era alguno de nosotros que ya se había levantado, pero todos estábamos allí…pregunté si había alguien despierto y si alguien lo había oido, a lo que recibí la contestación afirmativa de varios amigos (tres o cuatro, los demás seguían durmiendo a pierna suelta) que oyeron lo mismo que yo y me confirmaron que dichos gritos no provenían de ninguno de ellos. Ya despiertos nos interrogamos qué es lo que podía haber sucedido y recordamos la leyenda que había respecto al espectro, fantasma o lo que fuera que se suponía que allí se aparecía.

  Hay que recordar que el castillo estaba totalmente cerrado por la cadena con el candado y la llave en poder del sobrino del dueño, no existía ninguna otra entrada a no ser que se escalaran los muros del castillo (por cierto bastante altos) y el frío que hacía en la zona no era poco: la ladera del castillo estaba totalmente blanca por la escarcha de la noche y mucha distancia entre la puerta del castillo y el pueblo de la Riba.

  Durante el día siguiente, por la tarde, una chica que estaba con nosotros nos comentó lo sucedido a su novio esa misma noche: el chico tuvo que trabajar ese viernes y no pudo salir desde por la mañana andando con nosotros desde Sigüenza, vino por la tarde en autobús hasta la Barbolla y desde allí caminó (ya de noche) hasta la Riba, preguntó al dueño del bar y éste le confirmó que ya habíamos llegado y que estábamos arriba. Nosotros le habíamos dejado la cadena con el candado sin echar para que pudiera entrar en el castillo, pero al subir y llegar a la puerta empezó a oir ruidos extraños y bajó otra vez hasta el bar por si pudiera pasar la noche allí. El dueño del bar le indicó con buen criterio que nosotros estaríamos en la parte de atrás del castillo y este chico volvió a subir, corrió la cadena y entró al castillo…cuando iba recorriendo las diferentes estancias con una linterna, ésta se le empezó a apagar y comenzó a escuchar pasos y conversaciones por detrás suya, como si alguien le siguiera. Al llegar a donde estábamos nosotros lo primero que nos preguntó fue que si estábamos todos allí alrededor del fuego, a lo que le contestamos que sí. Se calló lo sucedido hasta el día siguiente, a la única que se lo comentó fue a su pareja. Esa misma noche, más tarde, sucedió lo comentado más arriba de los alaridos en el «pasillo de las apariciones», ellos también lo oyeron.

Fotografía realizada antes de acostarnos esa misma noche. En primer plano el valiente que subió y recorrió el castillo sólo y en la oscuridad.

  Al día siguiente por la noche dormimos en el salón situado por encima del pasillo pero no volvimos a oir nada. Tras irnos del castillo, perder el autobús de vuelta a Sigüenza y varias peripecias entre un tremendo frío, llegamos a Madrid. Pasado un tiempo uno de los miembros de nuestra «expedición» nos enseñó un recorte de prensa de una revista del corazón (Diez Minutos) en donde un tal Antonio José Alés (vease las subpáginas anteriores) en una sección titulada «Casos Insólitos» comentaba el caso de un fantasma y varios fenómenos paranormales acaecidos en un castillo español, pero nosotros reconocimos instantáneamente de qué castillo estaba hablando y en concreto aparecía una fotografía (no sé si es real o un montaje) de un espectro en el «pasillo de las apariciones»; a nosotros nos llamó mucho la atención por ser dicho lugar dónde habíamos oido esos alaridos. No conocíamos nada de lo sucedido al equipo de Alés en el año 81 y que hemos comentado más atrás.

  Volvimos a dormir al año siguiente, dormimos en algunos lugares diferentes: salón que hay nada más entrar al castillo en la segunda planta, en el salón de encima del pasillo…pero no en esa habitación situada en la planta baja al lado del pasillo. A la tercera vez que fuimos, por el año 94 o 95 pasamos la noche en esa habitación…y el fenómeno volvió a repetirse. Esa vez oímos los mismos alaridos de una mujer joven en movimiento, con la misma cadencia y con la misma claridad que la primera vez, pero esta vez pude distinguir también el ruido de pasos acompañando a dichos sollozos. La hora del fenómeno se produjo calcada a la primera vez: los primeros rayos del amanecer y en cuanto a las personas que lo oimos fuimos también varias, entre ellas alguna persona que no estaba y que no lo oyó aquella primera noche.

  Posteriormente hemos acudido varias veces pero en ninguna de ellas hemos dormido en el castillo aunque en alguna de ellas acudiéramos de noche. Muchas veces nos hemos preguntado qué era lo que nos aconteció esas noches y no hemos podido atribuirle una causa física; entre los parapsicólogos es un caso de «clariaudiencia», escuchar determinados sonidos sin una causa natural aparente. Hay gente que lo atribuye a un animal: un buho, una avutarda, un gato…yo lo que oí, lo oí muy claramente y era un alarido parecido al típico de películas de fantasmas y una voz femenina joven. Era un sollozo lastimero y monótono. En ningún momento pudimos ver ni gatos, ni buhos, ni nada de nada durante las diferentes noches que pasamos en el castillo. Recordar que la primera vez hacía tal frío que a una chica se le heló el líquido de las lentillas…¿un caso de termogénesis? pues no lo sé, porque la verdad es que no hubo una alteración de la temperatura de imprevisto: allí siempre hacía un frío extremo que se te colaba por los huesos.

  Otra gente se ríe sin más y no te cree, entre ellos algunos que sí que han pasado la noche en el castillo: comentarles que esta clase de fenómenos son esquivos, no siempre los encuentras cuando vas a buscarlos, al revés sucede que te huyen. A mi, sin embargo, me ha pasado dos veces, a la misma hora y en el mismo sitio: el pasillo.

  He oído comentarios de personas que me he encontrado las veces que he acudido al castillo y otros comentarios que he podido encontrar en la red, pero uno de los objetivos de esta página web es conseguir mayor información y me gustaría y os pido que me hagáis llegar todo tipo de datos para poder darlos a conocer a la gente y llamar la atención sobre los fenómenos inexplicables que se producen en este increíble castillo.